Copa FIFA Confederaciones
“Muchos critican lo que nos hace sentir este deporte y la
forma en la que expresamos las emociones que nos genera, pero se llama pasión y
todo el mundo tiene pasiones distintas (música, libros, cine, comida, política,
etc.) todas respetables y cada una tan válida como la anterior. Pero ningún
deporte genera tanta pasión como el fútbol soccer, no me mal interpreten, me
encanta ver el deporte por naturaleza, me fascina ver y jugar tenis, basquetbol, béisbol y demás, pero no cabe duda que por lo
apasionante que es y por la “belleza” de sus jugadas, el fútbol es el deporte más
hermoso del mundo”. Así lo describía hace aproximadamente un año, luego de ver
y emocionarme como niño el triunfo de la selección de Islandia sobre la mítica
Inglaterra en la EURO del 2016 que, dicho sea de paso, estos partidos tipo “David
contra Goliat” se dan con más frecuencia en el fútbol que en cualquier otro
deporte, es una de sus tantas peculiaridades que lo hace tan especial. Como
olvidar a Corea de 2002, a Grecia de la EURO de 2004 y otros tantos equipos que
nos han “enamorado”. Es por esto, tal vez y solo tal vez, que cada 4 años
tenemos siempre esta misma ilusión de que se va a trascender en un torneo como
la Copa FIFA Confederaciones, a pesar, de que ya se ha logrado un campeonato en
dicha competencia que bien, contaba con otro formato y se regía bajo otro
esquema, aunado a que esto sucedió cuando el torneo era “joven” y sin tanta
comercialización.
¿Pero qué sucede cuando se ensucia
este tan bello deporte?, bueno, sucede que el futbol se convierte en negocio
(muy rentable) cuando un visionario presidente de la máxima autoridad en el
futbol llamado Jean-Marie Faustin Goedefroid de Havelange, más conocido como
João Havelange, comienza a hacer de la FIFA una compañía mas que una
federación, surgiendo así el futbol como hoy lo conocemos, un futbol lleno de
intereses, un futbol globalmente consumido y un futbol que, a pesar de todo
esto, mueve masas y nos sigue moviendo.
Y es ahí, en los intereses que existen
de por medio, cuando las grandes potencias mundiales, no solo deportivamente
hablando, controlan el destino de un evento, una sede, un partido, un gol. Si,
un gol, ese momento que hace vibrar, ese momento que es la máxima expresión de
felicidad durante los más de 90 minutos que dura un partido de futbol y que al término
de este, solo resta continuar en lo que verdaderamente requiere de nuestro interés.
Casos como los que se suscitaron en el
pasado reciente que dieron como consecuencia el cambio de presidencia en la
FIFA solo nos demuestra que esto es la punta de un iceberg que sus inicios no
solo se encuentran en el fondo, sino que también existen en un acaecido tiempo difícil
de encontrar, pero que de alguna forma la propia magia del futbol hará que se
nos olvide.
Pues como siempre he dicho, “el futbol
es lo más importante de lo que menos importa” y todos los problemas que existen
alrededor del balompié se comprenden y se olvidan cuando se acerca la fecha, el
día y las horas para que empiece el partido de nuestra selección en un certamen
que toma mas importancia cada que este sucede, pues es la antesala y una diminuta
muestra de lo que será el mayor evento del futbol a nivel mundial, que como
cada 4 años, sigue siendo el gran pretexto para armar una fiesta (en el
limitado sentido de la palabra) en todo el mundo y que gracias a él, se logra
una convivencia multicultural y una competencia, que por lo menos en el papel
es bien intencionada.
La Copa FIFA Confederaciones tuvo sus
inicios gracias a la idea de un Rey Árabe que se le “antojo” ver jugar a los
campeones de cada federación continental, y es así, que con 4 equipos surge la
primera copa intercontinental en el año de 1992 y que, por intereses económicos,
poco a poco fue evolucionando hasta llegar a ser este torneo tan peculiar, que
hoy en día reúne a los ganadores de América (2), Europa, Asia, África, Oceanía,
el campeón del mundo vigente y al anfitrión, claro, luce bastante interesante,
por esto sale a relucir el que México llega como un equipo que suma 1 título y que,
junto con Brasil, son lo que más participaciones tienen.
Si bien es cierto que dicen que hambre
de triunfo la tiene el que aún no gana nada, México no solo compite por ganar
un título, compite contra un sistema propio que se ha visto envuelto en esta
misma necesidad de hacer del futbol un negocio, pero que finalmente, para bien
o para mal, es competitivo.
Oscar Ocampo
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